viernes, 4 de septiembre de 2009

LA PARADOJA DEL AGUA EN TARILONTE

Opinión
22/02/2008
JAVIER CASTRILLO

Mal empiezan a pintar nuevamente las cosas para los vecinos de Tarilonte de la Peña: En Febrero y con un hilo de agua en las casas. En cambio, ya están ocupando 100 hectáreas de sus terrenos para la construcción de una presa de 10 Hm3 destinada fundamentalmente al aprovechamiento agrícola de otros pagos. ¡Cuánta prisa para esto último!. La constructora ya ha entrado avasallando por tierras que, hoy por hoy, aún son del pueblo, mientras desde las instituciones siguen dando largas a las legítimas reclamaciones del alcalde pedáneo, que no son otras, sino las de los propios tarilonteños a los que representa. Y es que Tarilonte va a perder buena parte de sus pastos y su coto, en fin, de sus escasos recursos económicos, a cambio de un plato de lentejas para hoy…y hambre para mañana. ¡Y sed!, aunque ésta es vieja. Más de 20 años sufriendo cortes cada verano sin que nadie haya puesto remedio. Se entiende la dejadez política: Tarilonte es un pueblecito pequeño, con pocos votos. Sólo hace dos años, tras manifestarse sus vecinos en las fiestas de Santibáñez de la Peña ante el alcalde de esta localidad y el delegado de la Junta, fueron oídos, pero, por lo que parece, no escuchados. Buenas palabras y palmadita en la espalda. Poco o nada se ha hecho al respecto desde entonces… Y a los hechos me remito…En febrero y casi ya secos. Me imagino la angustia de la propietaria de la Casa Rural que hay en el pueblo ¿Quién le va a indemnizar las pérdidas que supondrá otro verano sin agua?; La de esas gentes, entre las que me incluyo, que hemos elegido Tarilonte como residencia para nosotros y nuestros hijos y vemos que las promesas de abastecimiento se quedan una vez más en milongas momentáneas; la de ese empresario que ha decidido montar su taller de artesanía en este lugar de atardeceres sublimes… Esto, señores, es más que una pataleta, esto es un grito de rabia e impotencia para que quien deba escuche: Un pueblo de la Montaña Palentina, al que por ende se le está masacrando de manera presuntamente ilegal lo mejor de su entorno para hacer un pantano «de agua para otros», no puede ni va a seguir callado ante este atropello. El agua es un derecho vital para cualquier ciudadano y, en un lugar donde teóricamente sobra para otros usos, no hay excusa ni razón para que no salga por los grifos ni las duchas de las casas, ni llene las cisternas de sus baños. Y estas necesidades vitales sí deben conllevar un tratamiento de urgencia serio y definitivo, no parches temporales que, a la vista está, nos vuelven a dejar con el culo al aire a las primeras de cambio. Lo que está sucediendo en Tarilonte no es de recibo. Resulta humillante comprobar que, por ser pocos, somos ninguneados y no salimos en la foto; cómo se priorizan hasta la presunta ilegalidad obras de portada y medallero en un pueblo donde, a la par, se hace caso omiso de las reclamaciones más que justificadas de sus vecinos. Con una centésima parte del presupuesto de la presa, el problema del agua en Tarilonte ya estaría solventado hace mucho, ya que el problema -está claro- no es que no haya agua, sino que a Tarilonte no llega. Resulta paradójico que buena parte del agua «sobrante» que se pretende almacenar en esta presa provenga del mismo manantial que debería abastecer holgadamente a los habitantes del pueblo. Hablo como vecino, no me acompañan siglas de ningún partido, no existe en el fondo de mis palabras más interés que el que esta cuestión sea de una vez por todas «agua pasada»… Pero, eso sí, que antes de embalsarse pase por Tarilonte.